JMJ (Yo también protesto)

20 agosto 2011

Me sorprendo cada noche bebiendo con ansia las noticias sobre cómo están transcurriendo las JMJ. Bueno, en realidad, ya sé cómo están transcurriendo (he estado en tres). Me preocupa lo que ocurre con aquellos que no son asistentes.

Lo primero que me duele realmente es la falta de información. La marcha de "los otros" (los que no están en las JMJ) no es una marcha "laica", ni una marcha "antipapa". No es una protesta contra el qué, sino contra el cómo. Con la excusa de que incrementaría el turismo (?) se ha llevado a cabo un espectacular despliegue de medios que, en su mayoría, se destinan a que la estancia de los jornaditas sea lo más cómoda y económica posible.

Llamarlos "jornaditas" no trata de ser, en ningún caso, peyorativo. Peyorativo es llamarlos "peregrinos", pero no para ellos, sino para los auténticos peregrinos: los que aún llevamos las cicatrices de las ampollas en los pies; los que sabemos que no es buena idea llevar chocolate en la mochila, los que nos encontramos a nosotros mismos mientras buscábamos a Dios en el silencio. En estas JMJ se reparten indulgencias plenarias como si se encontraran en una caja de cereales, y me da escalofríos, a mi, que llevo ganadas cuatro. La indulgencia es algo muy serio; ¿cómo voy a estar de acuerdo con esta manera tan arbitraria de repartir el perdón de Dios?

No, no voy a llamarlos peregrinos.

Bueno. El caso (y segundo motivo de indignación) es que los jornaditas gozan de privilegios administrativos que suponen, por un lado, una reducción de recaudación de la administración pública (muy útil en época de crisis) y una reducción de los ingresos de las empresas privadas. Quizá pueda explicarme mejor

- Se supone que, cuantos más visitantes tenga Madrid, más se va a recaudar en hostelería y transportes.
- Para incrementar el flujo de jornaditas, se intenta facilitar económicamente la visita
- Como el alojamiento es caro, se habilitan colegios públicos (jamás visto en mi larga vida como cristiana, en la que el único edificio público "cedido" que usé en una peregrinación fue el polideportivo do Sar, al que desviaron los grupos debido que las inundaciones en el Monte del Gozo ponían en riesgo la seguridad de los peregrinos que estaban ACAMPADOS bajo la lluvia)
- Si se habilitan colegios públicos, no se usan los hoteles...

¿Vemos a dónde quiero llegar? La cesión de colegios públicos no es gratuita. Es un gasto extra (Mantenimiento, luz, agua, personal) que la administración está haciendo con la excusa de mejorar el sector hotelero. Un gasto extra para los colegios después de reducir el presupuesto en educación. ¿A quién afecta la reducción? A todos. ¿A quien beneficia? A los hoteleros desde luego no. Lo mismo ocurre con el transporte público o el escándalo de la no-facturación de los servicios médicos, los visados de urgencia... ¡¡ Amigos racistas!! Hay un montón de sudamericanos inundando las calles de Madrid que no han tenido que pagar la tasa correspondiente al visado para visitar nuestro país. ¿Hacemos cuentas?

La marcha la convocan laicos y ateos. También la convocan asociaciones cristianas. El qué, las Jornadas, dan igual. El cómo, es denigrante para todos. Pensad que los jornaditas van a volver a casa pensando que absolutamente todas sus malas acciones han sido borradas por haber estado guitarreando en Sol; que usar colegios públicos y colarse en el metro está bien; que las brutales cargas policiales son un castigo de Dios contra una panda de maricones y ateos que se han apartado del camino de Dios... Un camino que, prepotentes, creen haber finalizado.

Odiando la vida

10 octubre 2010

A veces, cuando es muy tarde, caigo en la cuenta de la infinidad de posibilidades que no he elegido.

Como en un enorme árbol las decisiones que he tomado me han ido guiando hasta el punto en el que estoy. Cuando veo el árbol odio con todas mis fuerzas este camino, simplemente porque es este y no alguno de los otros. Cualquiera de los otros.

La perrera

29 agosto 2010

Visitar una perrera me despierta un sentimiento muy raro. Quizá quien haya ido a un restaurante y haya elegido una langosta del acuario para que se la sirvieran, o quien ha elegido un hamster en una tienda de mascotas para alimentar a su serpiente entienda a qué me refiero; al fin y al cabo, es prácticamente la situación inversa.

Dado que es imposible decidir con el corazón, eliges con la cabeza; tamaño, sexo, edad, longitud del pelo. Solo puedes elegir uno así que ha de ser uno que puedas atender como es debido. Y entonces el operario le pone un collar con un número.

Ese número significa, en primer lugar, que recibirá atención médica. Que no será sacrificado si falta espacio. Que el que le haga daño tendrá que vérselas con un humano y una institución. Ese número implica una ficha, un nombre, una identidad. Implica que, a partir de ese momento, existe.

Ese número es como un pasaporte europeo o estadounidense. Mientras le ponían el collar marrón a mi perrita y rellenaban sus datos pensé que en realidad el mundo es como una gran perrera en la que nacemos, pero sólo unos pocos afortunados, existimos. Y mientras recuerdo a los cachorros que dejé allí pienso en pateras, guerras, esclavos.

Jardín o psiquiatra

08 agosto 2010

Cuando conocí a mi vecina A. me pareció una mujer que estaba loca. Loca simpática, pero loca. Ayer, sin embargo, tuve ocasión de hablar con ella un rato más largo; su nieto de 15 años había fallecido y su hija (la madre del chico) no salía adelante. El caso es que ahora me parece más una mujer que se aferra a lo que sea, porque tiene que ser fuerte por todos. Tiene la terraza llena de plantas que ella misma ha ido sembrando y las enseña orgullosa. Ayer mismo me dijo "o tienes un jardín, o tienes un psiquiatra". Quizá a ella un psiquiatra tampoco le vendría mal, pero lo cierto es que tiene más razón de la que ella misma cree.

¿Y si es verdad? ¿Y si, volviendo a nuestros vínculos antiguos, echamos de menos ser "recolectores"? Quizá hayamos redirigido la violencia de la caza, pero la separación de la naturaleza que suponen las ciudades tiene que afectarnos. A. tiene razón; igual que muchas enfermedades se curan recurriendo a lo básico (comer y dormir bien) quizá muchos desequilibrios mentales se ablanden recordando que somos seres ancestrales y que hay tareas que no podemos obviar porque estamos programados para ellas.

El científico

22 julio 2010

El problema que tenemos los científicos es que al final, estamos siempre en medio.

Mucha gente no entiende los límites de la ciencia. El materialismo se define dentro de la realidad pesable, medible, observable: "si no puedo demostrarlo, no existe". Los límites llegan allí donde llegan los de los instrumentos que utilizamos.

Ser científico no es ser materialista. En cierto modo, ser materialista es muy divertido; cada vez que se descubre algo nuevo es una ampliación del universo. Pero no hay más ciego que el que no quiere ver y, una cosa es creerse sólo lo demostrable, y otra cosa creer que se puede demostrar todo.

No. Si mis instrumentos tienen límites, yo, como científico, tengo límites.

Y como decía al principio, esto al final se traduce en que no contentas a nadie. Tanto el ateo como el creyente emplean ese agujero para tratar de demostrarse el uno al otro que tienen razón. Entonces recurren al científico; que no sé por qué se nos toma como árbitros. Y nuestra respuesta, "no lo sé", no contenta a nadie.

Lo lamentable es el momento absurdo en el que un científico se pone de un lado o de otro. Es como negar o afirmar la existencia de la célula porque no tienes microscopio. Una cosa es que yo sea materialista en el mismo instante en el que me pongo la bata para entrar en el laboratorio, y otra cosa es que, cuando me la quite para salir, me quede tan pancha pensando que ya no hay más realidad que descubrir.

Me gusta pensar que un buen científico es como un niño con una caja. Al principio sólo puede (podíamos) mirarla por fuera con los ojos. Luego con una lupa, luego pesarla, medirla, escanearla, hacerle radiografías... intentar intuir lo que es. Al final, alguien inventa el cutter y nos decidimos a abrirla; dentro hay caramelos, y otra caja, ¡esta vez envuelta en papel de regalo! ¿Y que hay dentro? No lo sé. ¿Está vacía o llena? No lo sé, pero... ¿no sería absurdo no querer descubrirlo?

La luz

11 julio 2010

... Ahora, señores, quiero que observen de nuevo los objetos a su alrededor. Piensen que la luz es líquida, que tiene la textura de la leche condensada, que cae en cascada sobre los objetos. Observen la luz alrededor de ellos, envolviéndolos; salpica en los ángulos, acaricia las curvas. Observen la fina capa que queda sobre el agua y los cristales creando los reflejos, cómo se queda hechizada en los colores y se transforma en música, como resbala lentamente sobre el blanco y cómo se escabulle del negro...

El gato descuartizado

31 mayo 2010

Imaginemos que me cruzo con una gata callejero, con dos gatitos.
Imaginemos que al verse arrinconada se eriza y bufa, y que, al acercarme más, levanta una de sus patas con intención de arañarme.

Imaginemos entonces que le disparo y después encierro a los gatitos en una bañera para que mueran de hambre. Que hago un video y lo cuelgo en youtube.

Probablemente una decena de asociaciones por los derechos de los animales pidieran mi cabeza. Se crearían grupos de facebook, me sería imposible encontrar trabajo. Algunos de mis amigos, si no todos, dejarían de hablarme.

Esto es lo que ha hecho el ejército israelí esta madrugada.

En aguas internacionales, ha irrumpido en seis buques fletados con ayuda humanitaria para Gaza. Ha tiroteado a los activistas que, según ellos, les han amenazado con "navajas y hachas". Mantiene el bloqueo a la franja palestina, dejando a la población sin acceso a medicina y prácticamente a los productos de primera necesidad; dejándoles morir sin más. Esto sale en los telediarios de todo el mundo.

Pero nadie hace nada.

Israel se cuida mucho de apalear perritos o focas. No tiene corridas de toros, no comercia con pieles. Están haciendo algo mucho peor; aquello que horrorizó al mundo en la época de Hitler. ¿Estamos ciegos o qué?

Y a mi, por decir estas cosas, me tachan de antisemita. Pobres, pobres judíos.