Y que vuelvan a decirme que el camino no tiene trayectoria circular.
Recuerdo una extraña versión de Blancanieves en la que la madrastra resucitaba a su hijo muerto. Vivía, pero sólo en una habitación.
Hay secretos que son así. Son fuertes y mágicos, pero sólo existen en una habitación, en uno o dos lugares, en una mirada. Fuera, no existen. Porque fuera no deben existir.
Y piensas en si está bien o mal; te quedas en la puerta, los observas, los estudias. Son fierecillas encerradas, juguetonas y salvajes. ¿Qué voy a hacer contigo?
Supongo que las circunstancias no son ni parecidas, aunque puede que lleguen al mismo punto. Sé como empieza. Sé donde puede acabar... y aun así me muero de curiosidad. No lamento el camino recorrido la última vez, soy quien soy gracias a ello. Creo que por eso no me da miedo.
Ya veremos. Si la historia se repite, sé que el precio es justo.
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