Trepar, trepar...

25 agosto 2008

Escalar en el Vellón hasta que se hace de noche debe ser una de las pequeñas cosas que te hacen sentirte vivo.

La gracia es que trepas por las paredes del embalse, que son de roca caliza (Es decir, con muchos agujeritos). Si llueve, el embalse está lleno y necesitas una pequeña barca. Si no, el agua queda a unos metros, así que la humedad hace fresca la vía más dura.

Son vias cortas y difíciles, aderezadas por higueras, lagartijas y algún petirrojo caradura que canturrea al lado de la cuerda. Hay adherencia, desplomes, grietas (me encantan las grietas) y gente que sabe más que tú, pero que no duda en echarte una mano en el momento crítico, aunque no te conozca.

Cuánto lo echo de menos...

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