Nunca he sabido escribir poesías.
No es cierto. Nunca he sabido escribir buenas poesías. Si el arte es realidad la magia de hacer sentir a otros lo que a ti te produce una escena, no es la poesía la gracia que quiso darme el cielo (parafraseando a Cervantes).
A veces, sin embargo, no se me ocurre otro medio para expresar ciertas cosas. Y por no hacerlo mal, no lo hago. Se quedan en el tintero de mi pluma y temo que al final no sean más que manchas negras en mis dedos. Y cada vez es peor, me siento más y más torpe, más incapaz. Y más gris.
La fotografía no basta para explicar lo que me atraviesa el alma al ver la luna reflejada en el mar, mi reina triste. No es suficiente para expresar un perfume, ni un abrazo, ni una sonrisa, una mirada o una canción. Son cosas que sólo pueden sentirse, no describirse.
Está en mi. Sé que está en mi, sé que es bueno. Sé que sería fantástico si pudiera compartirlo... y no puedo.
Me quedo corta. No paso de las manchas de tinta.
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