- Según los estudios, la gente prefiere paisajes verdes y el mar - dijo L., tratando de argumentar que su pueblo, en la costa, era el mejor lugar para vivir.
- Eso no es así - Musité
- ¡Hombre que no! ¡Como que lo he estudiado!- gritó
- Yo también. Y...
L. no me deja acabar de explicárselo. Sale hecha un basilisco a fumarse otro cigarro.
L. está acabando Ambientales tanto como yo Biología. El problema es que, como todas las carreras tienen un sesgo. El suyo es grande, porque tocan infinidad de temas en la carrera pero no profundizan en ninguno. Eso les crea la ilusión de que saben de todo, con la consiguiente soberbia, cuando sólo tienen un montón de datos no enlazados. No digo todos, que también hay ambientólogos que tratan de evitar ese sesgo. El caso de L, además, se agrava porque es una de esas personas que, cuando habla, hace que parezca que su opinión es la única verdad admisible.
En lo referente a la percepción del paisaje, hay varios aspectos que influyen en los gustos del ser humano.
- Los gustos como herramienta de supervivencia. A casi todo el mundo le gusta el azul o el verde, o ambos. O no les resultan desagradables (¿porqué los vaqueros azules tienen tanto éxito?) La explicación está en nuestro cerebro más primitivo: cuando el humano se iba a establecer en un nuevo territorio, prefería lugares con agua, donde la caza es más fácil. Del mismo modo tenemos una preferencia por paisajes de relieves suaves (fondo de windows) y con algunos árboles clareados. Donde se pueda ver las posibles amenazas, pero tener refugios: lo que sería un paisaje adehesado, un poco humanizado (quizá con algún caminito). Estos paisajes nos relajan, porque nuestro subconsciente sabe que son lugares en los que no nos faltará el alimento y no hay peligro. Un ejemplo son las alegorías del buen y mal gobierno, paisajes pintados en el gótico.
- La evolución tecnológica, con la llegada del romanticismo, permitió al hombre enfrentarse a la naturaleza hostil. Sólo cuando fue capaz de cruzar una montaña sin jugarse la vida, dejó de verla como una amenaza y apreció su belleza. De igual modo los desiertos, los glaciares, los lugares exóticos y extremos. Nuestros gustos por ellos no son una herencia ancestral, sino cultural de hace pocos siglos. No es lo único. Lo que ahora entendemos como un pirata o un hada tiene el mismo origen. El mar embravecido, las tormentas... son cosas que ya no nos dan miedo, porque nuestra vida no está en juego.
- El mar. Al respecto del aspecto relajante del mar tengo dos teorías. La primera, la más maquillada, está relacionada con la hipótesis del hombre acuático y lo que supondría la "vuelta a casa". La segunda, mucho más moderna, está relacionada con el aspecto del bienestar. Y es que en la sociedad actual, veranear en la playa es sinónimo de bienestar económico. O también herencia del romanticismo, no lo sé. Quizá sea una mezcla de las tres.
Lo que tengo claro, es que un hombre primitivo preferiría un paisaje de Burgos antes que uno de Cantabria en la costa...
Nota: También nos gustan los tonos rojos, rosas y anaranjados porque son los colores de los frutos maduros. Que éramos recolectores ;)
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2 comentarios:
Como cántabro creo que discrepo con nuestros antepasados xD. Pero sí que es verdad lo cuentas. Sobre el hombre acuático no tenía ni idea, me informe un poco y me parece una teoría cuanto menos interesante, aunque de primeras suene un poco disparatada ( o al menos a mi xD).
Saludos!
No, no. De disparatada tiene muy poco. Yo no sé hasta qué punto es fiable, pero desde luego disparatada no es.
Aunque esto es como todo, es como ponerse a hablar del sexo de los ángeles. Nadie estuvo allí para comprobarlo.
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