Y el caso es que últimamente me lo dicen mucho. Como si no tuviera motivos.
Se me está volviendo a caer el pelo. Puedo disfrazarlo de dieta, de exámenes. La realidad es que no duermo. Porque me da pánico acostarme: hay un monstruo en mis sueños.
Sí, un monstruo. Tiene una parte que es real, que existe y no es más que un alguien. A la luz del día, ningún alguien da miedo. Pero en sueños es distinto; los alguien se transforman en seres tan terribles y con un poder tan ilimitado como el cerebro quiera darles. Y creedme si os digo que eso, en mi caso, es muchísimo.
La cuestión es que en mis sueños ya no hay carreras de cuádrigas, ferias, montañas, bosques o laberintos. Ya no hay nadie en la pradera donde todo el mundo busca algo, no hay patos, no hay nieve, ni siquiera hay ceniza. Sólo está el monstruo.
A veces me persigue.
A veces me alcanza. Y no me mata, no puede limitarse sólo a eso.
A veces me recuerda que todo, absolutamente todo lo que me importa, le pertenece.
A veces, las peores, me encuentro sentada a su lado en una cafetería, viendo cómo lo ha recuperado sin más opciones que retirarme y reconocer su victoria.
Que no se puede vivir con miedo, ya lo sé. Ni siquiera me paso todo el día pensando en el alguien, como para que el monstruo me visite cada noche. ¿Quizá hay algo de lo que no me he dado cuenta conscientemente?
Y pienso en luchar, que es lo mío. Pienso que si puedo vencer al alguien, el monstruo desaparecerá. Y me esfuerzo.
... y me hundo.
y es lo único que puedo hacer. Porque no depende de mi; sólo sé que si no lucho, el alguien gana.
Y otra parte de mi, está tan cansada que desea que gane. Para poder volver a mis sueños con carreras de caballos y lagos encantados...
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1 comentario:
Yo he tenido que dejarle ganar... Ha sido la única forma en la que he conseguido volver a dormir tranquila y que mis sueños vuelvan.
Es dificil, por que ese alguien siempre está ahí para evitar que te des por vencido. Siempre te seguirá, por que sabe que necesita de tu total atención para subsistir. Pero, si te esfuerzas, en cuanto ese monstruo vea que ya no le interesas, se marchará, quizás, en busca de otra victima a la que atormentar.
Yo me siento bien porque he ganado una batalla que me ha durado mucho. No sé cual ha sido el secreto, pero te animo a que lo consigas.
Un beso y un abrazo
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