Espejos, significados y dimensiones alternativas

04 septiembre 2008

Es de noche, llevo horas estudiando y en mi cabeza pensamientos inconexos empiezan a formar estructuras no tan tortuosas como cabría esperar. De ahí el título de esta entrada.

Por un lado, recuerdo lo que uno de mis profesores hacía en prácticas de segundo. Nada más llegar, cogía un fósil pequeño, y uno de la misma morfoespecie, mucho más grande. Los sostenía sobre su cabeza, y preguntaba
- ¿Quién puede decirme en qué se diferencian?

Todo el mundo guardaba silencio. Mi profesor, un antropólogo, tiene la teoría de que la mente humana no está diseñada para entender lo que es, sino otras mentes humanas. Así, los alumnos guardan silencio ante su pregunta año tras año. Saben que un fósil es más grande que el otro. Lo que dudan es qué querrá el profesor que le contesten.

Así pasa en las relaciones con los humanos. Todo lo complicamos; ¿Qué querrá significar este mensaje? ¿Y esa mirada?

Y así todo lo retorcemos, porque hay auténticos maestros en jugar con ésto: frases a medio terminar que dejan hueco a la suposición. Al final, nada es lo que parece y dejamos de sentirnos cómodos entre nosotros.

Hasta que...

Hay espejos de muchos tipos. No todos son como el de Alicia, no todos llevan a mundos mágicos. (Bueno, el mío sí, pero eso es otro asunto) algunos te muestran otros lugares con otras personas con las que puedes hablar; son espejos de cristal líquido, brillantes, y están más próximos a la magia de lo que Bill Gates puede pensar.

Porque, cuando encuentras a alguien con quien estás más cómodo que contigo mismo una tarde de otoño;
cuando una sonrisa importa más que el implacable reloj;
cuando te sientes tan cerca que...

...oh, digan lo que digan los informáticos... entonces hay magia.

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