El árbol espiral (Nightmare)

02 junio 2008

El árbol negro crecía siguiendo sobrenaturales latidos. Sus ramas se enroscaban alimentadas de sombra y miedo, bailando a un tenebroso compás. Construían, cercaban, gemían. Nada podía detenerlas. En su torturada danza encerraron a Claudina en una cárcel de madera que se hacía cada vez más pequeña y oscura. El ser sin hojas rasgaba el aliento; lo tomaba para sí. No podía gritar. No podía huir.

Claudina se sintió caer en las tinieblas, enterrada en los brazos del grotesco árbol.


Bañada en sudor, despertó.


Las lágrimas empañaron sus ojos. La mujer sabía de dónde procedía aquella angustia: el destino de su padre, que murió al derrumbarse la galería de una mina, aún teñía sus sueños. Respiró profundamente y trató de calmarse. Estaba en su cama, a salvo.

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